V. Blasco Ibáñez y Max André filmando en Sevilla Sangre y Arena. Agosto de 1916 |
«El cinematógrafo es el lenguaje universal y la obra que a él se confíe, podrá ser transmitida, tal como su autor la concibió, a todos los públicos del mundo. Yo, como escritor, creo que debo dedicar mi esfuerzo personal a la cinematografía, y como patriota he querido trabajar en España para que la industria española recoja la gloria de mi triunfo en caso de obtenerlo.»
— Vicente Blasco Ibáñez, Barcelona. 28 julio 1916 —
La versión
original de la película, bajo el nombre de «Arenes
sanglantes» fue editada para ser lanzada en Francia y luego comercializada
internacionalmente. Proyectada por primera vez el 20 de octubre de 1916, en
el salón de pruebas de la Casa Pich de Barcelona2, la
versión francesa de la película de «Sangre
y Arena», se presentó oficialmente en el Colisée de París, frente a un distinguido y elegante público1, el día 11 de noviembre del mismo año3.
Max André, el cineasta francés que se encargó de montar la adaptación y quien había codirigido la película a lado de Blasco Ibáñez, anunciaba al final del rodaje un acontecimiento que consideraba inédito para el cine europeo de aquella época:
Por primera vez en el cinematógrafo, nosotros no hemos impresionado
vistas de noche en pleno día. Una escena muy importante con más de 500
figurantes se impresionó a las 10 de la noche, iluminando la escena por
procedimientos artificiales4.
En el actual centenario se debe recordar también la película titulada «Debout les morts!», una adaptación cinematográfica de otra obra de Blasco Ibáñez. Hoy desaparecida, la película había sido rodada en París en 1916, por la conocida productora Gaumont y representa la primera versión cinematográfica de la novela «Los cuatro jinetes del Apocalipsis».
En junio de aquel año, la prensa española reproducían las
notas publicadas por Kinematograph de Londres, anunciando la próxima producción cinematográfica y elogiando al
autor de la novela: Nos hemos informado de que la conocida casa «André Heuze y Henri Diamant-Berger» de París,
está trabajando en una película de la novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis, del gran escritor español
Vicente Blasco Ibáñez. Muchos libros de este autor han sido traducidos al
inglés y son muy estimados en este país5.
Según la prensa6 parisiense, la realización de la última escena de la película, filmada detrás de la pista de carreras Tremblay , representaba un acontecimiento inédito para la cinematografía francesa de la época: por primera vez una productora francesa reunía en un escenario más de un millar de extras para ofrecer una imagen convincente, la imagen simbólica del heroísmo colectivo, que inspirada en la frase de Jacques Pèricard, «Debout les morts!» — legendaria desde abril de 1915—, dio el título a la película.
Hacia finales de 1916, cortos artículos de la prensa española7,7* y la francesa8, hacían referencia a la novela de Blasco Ibàñez recién cinematografiada, mencionando también el elenco de actores de la nueva película. Además, se anunciaba la próxima publicación en Francia de la traducción de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis» editada por Calmann-Levy9 y también su aparición en el primer número del 1917 de la Revue de Paris9,10.
Finalmente, «Debout
les morts!», anunciada por los Cinematografos
Harry11, fue presentaba el miércoles 28 de febrero de 1917, en la
sala del Palais Rochechouart de París. Según los comentarios de la prensa especializada, la película fue recibida con gran entusiasmo por la crítica de la época y elogiando al autor de la novela, consideraba su obra una apología al heroísmo, una llamada al
deber, tanto al deber patriótico, humano, como al deber del amor. Aclamada con estruendosos aplausos, la película termina
con una visión simbólica: una madre y un padre inclinados hacia el lugar del descanso eterno de su amado hijo viendo salir de sus tumbas a la multitud de héroes que murieron
por su país, adelante cabalgando los cuatro jinetes del Apocalypsis, los
portadores de la guerra, la peste, el hambre y la muerte.12
A partir del 16 de abril, la película se proyectaba en los mejores establecimientos de Parìs.13 La prensa reconocía el gran mérito de Blasco Ibáñez, el
autor que ofreciendo su novela a los cineastas franceses, les permitió realizar
la primera película filosófica inspirada
en la actual guerra14.
Más tarde, en agosto de 1917, bajo el nombre de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», fue proyectada por Casanova y Ca en el Teatro Nacional de la Habana, gozando de un magnifico éxito.22
Hacia el final de la primavera de 1916, después de haber publicado su primera novela sobre la guerra, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Blasco no parecía tener ninguna intención de suspender la actividad literaria y dedicarse a la cinematografía, según sus cartas dirigidas a Francisco Sempere y Fernando Llorca, los socios de la Editorial Prometeo, con quienes mantenía una correspondencia casi diaria.
Max André viajó a Paris pero parece que no lograba cumplir con el propósito de su viaje y diez días más tarde, el lunes 24 de julio, Blasco también tuvo que ir a la capital francesa. Volvían a Barcelona el 27 de julio, en el expreso de Francia20 y el siguiente día, confirmando en una carta su llegada, Blasco indicaba el nuevo plan:
De esta vez lograba cumplir su proposito y aquel memorable día, viernes 28 de julio de 1916, Blasco Ibáñez iniciaba su audaz incursión en el mundo del cine y la comenzaba por conceder las primeras entrevistas sobre tan novedoso tema. Aquella tarde, en una habitación de la Pensión francesa, situada cerca a la
Plaza de Cataluña de Barcelona, Blasco, acompañado por Max André recibía a la
prensa; exponía su visión personal sobre el séptimo arte, hablaba de su futura película, de sus siguientes proyectos cinematográficos, y también
de sus ilusiones y metas de futuro. Las entrevistas concedidas a los conocidos periodistas P.
Pascau Mora, Mario Aguilar y J. Jorge Vinaixa aparecieron en la prensa entre el 2 de agosto y el 19 de septiembre de 1916, en cinco
publicaciones distintas. Aunque
los tres autores reproducen de forma similar las declaraciones de Blasco Ibáñez,
cada uno describe en su artículo las particularidades del encuentro ofreciendo
al lector un auténtico retrato del personaje entrevistado.
El brillante periodista Mario Aguilar describe en su artículo el escenario de la entrevista pincelando la imponente figura de Blasco Ibáñez en aquella época:
Blasco se sienta sobre un cofre enorme, igual a un sepulcro, golpeando con el pie, nervioso, la escarapela que pintaron las etiquetas de los hoteles cosmopolitas.[...]
Le cae sobre la frente monda un inquieto mechan napoleónico, que retuerce y doma, y por el pijama, desabrochado. Jadea, al reír el pecho velludo. Y habla con prodigalidad de levantino, como si aún recrease allá, en la solana de la Malvarrosa, a los partidarios embobados con la charla trastornadora. Hombre del mediterráneo, hombre de verbo y de acción, siempre dispuesto a varar la barca de Ulises y a ir charlando bajo la vela, recostado en el palo, cara al vellocino de oro, ¡qué sensación de fuerza y de movimiento me da Blasco! Se mete en esta luz nuestra sensualmente, y mira con aridez, y habla paladeando las palabras, y dice «hagáse esto» con una eficacia emperadora.[...]
Sigue mascando el purazo, y esta vez se acomoda, indolente, en un balancín. Sube al balcón la greguería de las ramblas, y del cielo desciende una cálida calma berberisca. El ocaso dardea con oro él palmar dé la plaza de Cataluña15.
Max André, el cineasta francés que se encargó de montar la adaptación y quien había codirigido la película a lado de Blasco Ibáñez, anunciaba al final del rodaje un acontecimiento que consideraba inédito para el cine europeo de aquella época:
Con el tiempo, los aportes de aquellos pioneros del cine europeo fueron olvidados o borrados de la historia y la misma película se había perdido. Afortunadamente, en la Filmoteca de la Generalitat Valenciana
existía desde 1993 un fragmento de la copia en castellano de la película y en
Praga, el archivo checo Národni Filmový Archiv conservaba la copia de la versión
resumida en checo. A partir de esta última, ambos
archivos iniciaron el trabajo conjunto de restauración y finalmente, en 1998, aunque
incompleta, se reconstruyó la única copia de «Sangre y Arena», la primera película dirigida por Vicente Blasco Ibáñez y
realizada por Prometeo Films, productora cinematográfica fundada en 1916 por el novelista valenciano.
En el actual centenario se debe recordar también la película titulada «Debout les morts!», una adaptación cinematográfica de otra obra de Blasco Ibáñez. Hoy desaparecida, la película había sido rodada en París en 1916, por la conocida productora Gaumont y representa la primera versión cinematográfica de la novela «Los cuatro jinetes del Apocalipsis».
Blood and Sand, la edición de lujo de Sangre y Arena,
publicada con éxito en 1913, en Londres,
por Ed. Simpkin,
Marshall, Hamilton, Kent and Co.
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Según la prensa6 parisiense, la realización de la última escena de la película, filmada detrás de la pista de carreras Tremblay , representaba un acontecimiento inédito para la cinematografía francesa de la época: por primera vez una productora francesa reunía en un escenario más de un millar de extras para ofrecer una imagen convincente, la imagen simbólica del heroísmo colectivo, que inspirada en la frase de Jacques Pèricard, «Debout les morts!» — legendaria desde abril de 1915—, dio el título a la película.
Hacia finales de 1916, cortos artículos de la prensa española7,7* y la francesa8, hacían referencia a la novela de Blasco Ibàñez recién cinematografiada, mencionando también el elenco de actores de la nueva película. Además, se anunciaba la próxima publicación en Francia de la traducción de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis» editada por Calmann-Levy9 y también su aparición en el primer número del 1917 de la Revue de Paris9,10.
Publicidad del 3 de marzo de 1917 en Hebdo-film |
Más tarde, en agosto de 1917, bajo el nombre de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», fue proyectada por Casanova y Ca en el Teatro Nacional de la Habana, gozando de un magnifico éxito.22
Según la documentación encontrada por ahora, se desconoce si Blasco había contribuido de alguna otra forma en la realización la película «Debout les morts!», pero se
puede afirmar con certeza que para él, aquella producción cinematográfica representó el contacto directo con el séptimo arte que tanto le fascinaba últimamente y le
impulsaba a idear nuevos proyectos; le dio la oportunidad de relacionarse con algunas figuras del cine francés como Henri Diamant-Berger, el joven guionista de la película que luego se convertiría en un importante director y productor.
Max Andrè, cineasta de Gaumont |
También le permitió conocer a Max André de la productora Gaumont, con quien decide realizar «Sangre y Arena». En una
entrevista, el cineasta francés comentaba el fortuito encuentro:
En Junio de 1916, convaleciente aún e inútil para el
servicio de aviación al cual estaba agregado, regresé a París, instalándome en
mi hotel.
De nuevo en París, volví a dedicarme á mi antigua profesión,
y fue entonces cuando conocí a Blasco Ibañez,
naciendo de nuestro mutuo conocimiento la idea de unirnos para cultivar
la cinematografía.
La casualidad me puso una noche en presencia del célebre
escritor español Blasco Ibáñez, apropósito de la adaptación cinematográfica de
su última producción literaria «Los cuatro jinetes de la Apocalipsis», pues yo
había sido designado para dirigirla; hablamos mucho de cinematografía, y tan
pronto como nos pusimos de acuerdo, nos fuimos a su hotelito de París, donde
toda la noche estuvimos hablando de sus proyectos próximos a realizar, y de los
artistas que debían de desarrollar el film. En mi conversación con Blasco
Ibáñez, desarrollé todos sus planes de una actuación cinematográfica intensa4 .
Hacia el final de la primavera de 1916, después de haber publicado su primera novela sobre la guerra, Los cuatro jinetes del Apocalipsis, Blasco no parecía tener ninguna intención de suspender la actividad literaria y dedicarse a la cinematografía, según sus cartas dirigidas a Francisco Sempere y Fernando Llorca, los socios de la Editorial Prometeo, con quienes mantenía una correspondencia casi diaria.
En la conocida entrevista concedida a la prensa española el 28 de julio, antes de iniciar la filmación de «Sangre y
Arena», el escritor valenciano afirmaba que su intención de lanzarse
al cine venia de mucho tiempo antes, más preciso, después
de una conversación con Gabriele D`Anunzzio; el célebre escritor italiano, que había participado en la realización de Cabiria, película de Itala
Film estrenada el 18 de abril de 1914 y considerada la mayor superproducción
cinematográfica de la época.
Fué hablando un día
con D´Annunzio, cuando
se me ocurrió lanzarme al «cine» como a un nuevo camino de arte. Los dos habíamos
sido traducidos en todos los idiomas y casi en todos los dialectos; [...] Pensamos en el «cine», hecho, intervenido, mejorado por
nosotros, matiz nuevo de nuestro propio espíritu…15
Georges Herelle y Gabriele D'Annunzio
|
Gabriele D'Annunzio (1863 –1938), prominente figura en la
literatura italiana, novelista, poeta y dramaturgo, vivía en Francia desde 1910 y su obra era
traducida al francés por su amigo Georges Herelle (1848-1935), el hispanista
que traducía también la obra de Blasco Ibáñez.
Nacidos en la misma década del siglo XIX, ambos escritores habían
publicado sus primeras novelas antes de 1900, habían escrito críticas e
importantes artículos para la prensa local correspondiente, y los dos, enérgicos
líderes políticos, fueron diputados en sus respectivos países en la misma época.
El escritor italiano, apasionado por la literatura y la historia griega, lo
mismo que el valenciano, demostró como éste, un gran interés por las ideas
avanzadas y los adelantos modernos, incluido el joven mundo del cine. Aunque tenían distintos estilos de vida y sus situaciones y aficiones personales eran diferentes, cuando estalló la Gran
Guerra, ambos tomaron una firme posición aliadófila; viviendo en París conocieron
de cerca el conflicto bélico y además, cada uno había visitado el frente del
Marne y las ruinas de Reims, escenarios de la contienda que influyeron en la obra y en la vida de los dos personajes. No hay datos concretos que puedan confirmar la existencia de una estrecha
amistad entre Blasco y D`Annunzio y tampoco se puede especificar con exactitud el
momento y las circunstancias que propiciaron la conversación entre los dos
sobre el cine, pero probablemente fue antes del 3 de mayo de 1915. En esta
fecha concluía la estancia de D`Annunzio en Francia; regresaba a su país tras
cinco años de exilio voluntario para implicarse en la campaña intervencionista de
Italia en la guerra, donde finalmente su papel fue decisivo. Se puede suponer
que los dos escritores se encontraron en torno a la reunión de representantes
de los pueblos latinos del 12 de febrero de 1915; manifestación cultural organizada
por la iniciativa de la Unión de Agrupaciones latinas en el Gran anfiteatro de la Sorbona en la Universidad de Paris,
representó una protesta contra la guerra, contra la kultur y la acción de los
pueblos germánicos. También habían podido coincidir hacia finales de marzo, cuando ambos participaron a las conferencias que la revista La Renaissanse organizaba en las Galerías Georges Petit.
En cualquier caso, entre la conversación con el escritor
italiano, mencionada por Blasco Ibáñez
como el importante suceso que le impulsó lanzarse al cine, y el
encuentro con Max André, que resultó decisivo para la primera incursión del
novelista valenciano en el campo del séptimo arte, había
transcurrido más de un año. Durante este periodo es muy probable que Blasco,
aprovechando cada oportunidad ofrecida por sus peculiares circunstancias, fue
acercándose cada vez más a la cinematografía, la novedosa forma de arte que
estimulaba su interés para crear nuevos proyectos con el entusiasmo y la
audacia que siempre lo caracterizaron. Según afirmaba en las entrevistas para la prensa española, y aunque no lo había mencionado en las cartas dirigidas a sus socios
de la Casa Editorial, Blasco trabajaba en el guion de Don Quijote desde finales
de 1915; finalmente la respectiva película no se logró realizar y su guion de aquella época parece que se perdió. Referente a otros futuros proyectos para el cine, decía: …Tengo preparados además unos ciento ochenta asuntos16 y hoy, afortunadamente se conserva su libreta con los temas que pensaba llevar a la pantalla.
En una carta de finales de diciembre de 1915, comunicaba su intención de llevar a la pantalla la novela «Sangre y arena» :
La libreta de V. Blasco Ibáñez con temas para el cine
|
Sangre y arena,
1911,
Zarzuela de G. Jover y E.G.del Castillo
|
En una carta de finales de diciembre de 1915, comunicaba su intención de llevar a la pantalla la novela «Sangre y arena» :
...envíenme mi ejemplar
de Sangre y Arena. Lo necesito, pues van ha (sic) hacer aquí una cinta
cinematográfica. Esto lo envía enseguida. Busque además un ejemplar de la
zarzuela Sangre y Arena que hizo Castillo1.
Desde entonces Blasco no vuelve a mencionar
nada relativo al cine en el respectivo epistolario hasta el 13 de marzo de 1916, cuando le indica a Sempere que
enviase la novela «Los cuatro jinetes del
Apocalipsis» a Henri Diamant-Berger de Gramont, quien realizaría en París la película «Debout
les morts!»:
Están aquí escribiendo un argumento para
hacer una gran cinta cinematográfica de los 4 jinetes, que tal vez se encargue
el gobierno francés de exparcirla (sic) por todo el mundo. La van ha (sic)
hacer con gran aparato haciendo desfilar regimientos enteros, si es preciso.
Será una visión verdadera de la guerra1.
En la primera mitad del año 1916, Blasco Ibáñez dedicaba gran
parte de su tiempo al buen funcionamiento de la Editorial Prometeo y a la redacción de la Historia de la guerra europea, que se
publicaba en fascículos ilustrados semanales en Valencia, desde finales de 1914. Además, y según lo indicaba en una carta del 3 de mayo, planeaba continuar en los siguientes meses con su incesante actividad literaria:
Pueden sin ningún
miedo encargar el papel para Mare Nostrum. Yo me pondré a escribir dentro de 12
ó 15 días cuando haya terminado un surtido de cuentos que estoy haciendo para
La Esfera y otros periódicos. A fines de junio podrá empezar la impresión. Mi
idea es que aparezca el libro en Agosto.1
Finalizado el mes de mayo, Blasco confirmaba su intención de escribir la novela y para esto necesitaba ir algunos días a
Barcelona … donde sólo estaré 3 ó 4 días.
Voy para ver unas cosas precisas con destino a mi novela Mare Nostrum1.
Efectivamente, en el segundo fin de semana de junio Blasco
Ibáñez llegaba a España y durante su corta estancia en Barcelona concede una entrevista17 a
Mario Aguilar de El Diluvio y la inicia mencionando su próximo proyecto literario: Acabo de lanzar una
novela, «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», y estoy preparando otra, «Mare
Nostrum». Vengo á hacer unas cuantas lecturas, porque en mi novela pasará la
evocación de los heroísmos catalanes y aragoneses. Además, expone sus impresiones y comparte opiniones sobre la
guerra europea, reafirmando su confianza en la victoria francesa: …Francia saldrá de esta
guerra grande é inmaculada y el mundo volverá a sentir que cada día francés es
un 14 de Julio. En la respectiva entrevista, Blasco no hizo ninguna alusión al cine, lo que
hace suponer que en aquellos momentos la actividad cinematográfica no entraba
dentro de sus proyectos inmediatos.
Fue en la segunda mitad de junio, cuando al regresar a París, el escritor conoce a Max André y rápidamente decide suspender cualquier trabajo literario para convertirse en cineasta. Blasco, que siempre cumplía sus compromisos, de esta vez, al encontrar la tan esperada oportunidad de incursionar en el atractivo mundo del cine, cambió temporalmente sus proyectos literarios; la novela Mare Nostrum fue postergada para más tarde y publicada en 1918.
Fue en la segunda mitad de junio, cuando al regresar a París, el escritor conoce a Max André y rápidamente decide suspender cualquier trabajo literario para convertirse en cineasta. Blasco, que siempre cumplía sus compromisos, de esta vez, al encontrar la tan esperada oportunidad de incursionar en el atractivo mundo del cine, cambió temporalmente sus proyectos literarios; la novela Mare Nostrum fue postergada para más tarde y publicada en 1918.
El logotipo de Prometeo-Film |
Llegaba Blasco Ibáñez a Barcelona el sábado 8 de julio y el siguiente
día le escribe a Sempere: …Llegué ayer y
estoy instalado en la Pensión Francesa, calle Vergara-4, adonde puede
escribirme. Vamos a empezar el
film de Sangre y Arena. En esta semana que empieza nos trasladaremos a Madrid,
Sevilla, Granada. De vuelta pasaremos por Valencia y luego Barcelona, donde
haremos el resto del film, o sea la mayor parte1.
Comentando sobre los costes de la película, Blasco
estimaba que los 40.000 francos que llevaba consigo podrían resultar
suficientes para llevar a cabo las filmaciones; manifestaba también su confianza en que
la nueva empresa podría solucionar pronto su precaria situación financiera:…pues
estos negocios cinematográficos tienen la ventaja de ser muy rápidos y al
contado.
Finalizaba la epístola compartiendo un secreto; había puesto en marcha la fundación de una empresa cinematográfica:
Mi empresa cinematográfica se llamará Prometeo-Film. En el extranjero Prometheus-Film. Marca el atleta con la antorcha...Hay que guardar el secreto hasta que saque la marca oficialmente, no nos joda algún listo.
Mi empresa cinematográfica se llamará Prometeo-Film. En el extranjero Prometheus-Film. Marca el atleta con la antorcha...Hay que guardar el secreto hasta que saque la marca oficialmente, no nos joda algún listo.
También escribía: Que la suerte nos ayude; pues hasta el presente jamás se me
ha ofrecido un negocio tan claro y rápido, pero no
especificaba las circunstancias que le habían permitido iniciar el dicho negocio.
En las entrevistas periodísticas de aquellos días, Blasco hacia énfasis en que la productora Prometeo-Film o Prometeo, París-Barcelona —recientemente fundada y cuyo director artístico era— tenía los derechos exclusivos para la adaptación cinematográfica de sus obras, y que era netamente española:
…he rechazado las ofertas que se me han hecho para vender mis producciones a diversas casas extranjeras, prefiriendo constituir una casa española16.
Al mismo tiempo daba a entender que no estaba solo al frente de su empresa pero no precisaba detalles concretos en cuanto a sus colaboradores:
He comenzado por llevar al cinematógrafo una novela mía, atendiendo a las indicaciones de los editores18.
Detrás de mí hay tres grandes empresarios y uno yanqui para poner en «Sangre y arena» toda la pompa española… Pero mi obra no será «Sangre y arena». La hago porque me la piden y porque conseguiré hacer algo definitivo y muy nuestro15.
En las entrevistas periodísticas de aquellos días, Blasco hacia énfasis en que la productora Prometeo-Film o Prometeo, París-Barcelona —recientemente fundada y cuyo director artístico era— tenía los derechos exclusivos para la adaptación cinematográfica de sus obras, y que era netamente española:
…he rechazado las ofertas que se me han hecho para vender mis producciones a diversas casas extranjeras, prefiriendo constituir una casa española16.
Al mismo tiempo daba a entender que no estaba solo al frente de su empresa pero no precisaba detalles concretos en cuanto a sus colaboradores:
He comenzado por llevar al cinematógrafo una novela mía, atendiendo a las indicaciones de los editores18.
Detrás de mí hay tres grandes empresarios y uno yanqui para poner en «Sangre y arena» toda la pompa española… Pero mi obra no será «Sangre y arena». La hago porque me la piden y porque conseguiré hacer algo definitivo y muy nuestro15.
Teniendo
en cuenta que en aquel momento Henri Diamant-Berger y Max André eran sus contactos directos con el mundo de la cinematografía, y ambos pertenecían a la
Gaumont, es probable que para realizar la película «Sangre y arena» Blasco contase con un amplio respaldo de la
famosa productora francesa, no solamente con el simple apoyo técnico. También se puede suponer
que para la realización de las dos películas, «Sangre y arena» y «Debout les
morts!», existiese algún tipo de contrato de colaboración entre Prometeo y Gaumont, con ventajas bilaterales.
Publicidad Laboratorios Castelló y Donoso, 1916 |
A principios de julio, cuando Blasco Ibáñez llegaba a
Barcelona para realizar su película, la ciudad condal era el centro de la
industria del cine de España. Durante gran parte de la década de 1910-20 el
cine catalán vivió su época de esplendor, denominada «años dorados», que alcanzó su máximo auge entre 1914 y 1918,
debido principalmente a la implicación en la Gran Guerra de los países con la
mayor producción cinematográfica. En Barcelona se habían fundado numerosas
sociedades con el propósito de producir y explotar obras cinematográficas;
algunas eran productoras de orientación cultista que realizaban adaptaciones
fílmicas de obras literarias clásicas. También existían unos grandes laboratorios para la impresión de
películas, entre ellos el Laboratorio cinematográfico de Castelló y Donoso, que llevaría a
cabo el procesamiento de «Sangre y arena».
La filmación de la película debía iniciarse en Madrid en la
segunda semana de julio, pero estando en Barcelona, Blasco y su equipo experimentan
una primera contrariedad que atrasa todo
el plan y obliga a posponer por unos veinte días el traslado a la capital; lo comentaba en su carta del viernes 14 de julio:
Vinimos con la certeza
que nos habían dado de que aquí había película y la que hay es poca y mala.
En vista de esto, mi
director de escena sale hoy para París con el propósito de comprarla allá, y yo
me veo obligado a una forzosa inmovilidad hasta el martes o miércoles próximo,
que estará de vuelta. Entonces emprenderemos el viaje1.Max André viajó a Paris pero parece que no lograba cumplir con el propósito de su viaje y diez días más tarde, el lunes 24 de julio, Blasco también tuvo que ir a la capital francesa. Volvían a Barcelona el 27 de julio, en el expreso de Francia20 y el siguiente día, confirmando en una carta su llegada, Blasco indicaba el nuevo plan:
Llegué anoche de
París. ¡Ya está todo arreglado y corriente!...Salgo esta noche para Madrid. La
compañía saldrá mañana para llegar por la noche. El domingo trabajaremos en la
plaza. Después Sevilla y Granada1.
V. Blasco Ibañez con el periodista P. Pascau Mora, el fotógrafo Gasset
y Lucas Argiles, el director de El Cine.
Barcelona. 28 de julio de 1916
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Asi, P. Pascau Mora, periodista de la revista barcelonesa El Cine, escribia:
Por la tarde, la las
cuatro, irrumpimos en la habitación de Blasco Ibáñez nuestro director,
que, antiguo amigo de don Vicente, quiso
saludarle y recordar sus tiempos de diarista, el fotógrafo, Gasset y yo.
Fue una verdadera
invasión que recibió cordialmente Blasco Ibáñez.
La conversación se
inició amistosa con esa llaneza peculiar del
insigne novelista, que siempre joven y como nunca pletórico de energía,
ponía en sus palabras una fogosidad que indicaban su entusiasmo en la obra
emprendida. Pronto llevamos la conversación
hacia el objeto de la entrevista. Blasco Ibáñez habla de prisa, como hombre a
quien se le ocurren ideas con más abundancia y rapidez que las palabras;
nosotros procuramos seguirle con nuestras notas16.
El brillante periodista Mario Aguilar describe en su artículo el escenario de la entrevista pincelando la imponente figura de Blasco Ibáñez en aquella época:
Blasco se sienta sobre un cofre enorme, igual a un sepulcro, golpeando con el pie, nervioso, la escarapela que pintaron las etiquetas de los hoteles cosmopolitas.[...]
Le cae sobre la frente monda un inquieto mechan napoleónico, que retuerce y doma, y por el pijama, desabrochado. Jadea, al reír el pecho velludo. Y habla con prodigalidad de levantino, como si aún recrease allá, en la solana de la Malvarrosa, a los partidarios embobados con la charla trastornadora. Hombre del mediterráneo, hombre de verbo y de acción, siempre dispuesto a varar la barca de Ulises y a ir charlando bajo la vela, recostado en el palo, cara al vellocino de oro, ¡qué sensación de fuerza y de movimiento me da Blasco! Se mete en esta luz nuestra sensualmente, y mira con aridez, y habla paladeando las palabras, y dice «hagáse esto» con una eficacia emperadora.[...]
Sigue mascando el purazo, y esta vez se acomoda, indolente, en un balancín. Sube al balcón la greguería de las ramblas, y del cielo desciende una cálida calma berberisca. El ocaso dardea con oro él palmar dé la plaza de Cataluña15.
Blasco Ibáñez y J. Jorge Vinaixa, en Barcelona |
Finalmente, el periodista J. Jorge Vinaixa, amigo y paisano de Blasco,
escribía:
Lo encuentro en la «Pensión francesa» rodeado de maletas y baúles: atareado en la prosaica tarea de arreglar el equipaje. Llegó por la mañana de París y parte por la tarde para Madrid, Sevilla. Granada...
Lo encuentro en la «Pensión francesa» rodeado de maletas y baúles: atareado en la prosaica tarea de arreglar el equipaje. Llegó por la mañana de París y parte por la tarde para Madrid, Sevilla. Granada...
Blasco Ibáñez desde
hace muchos años viaja, viaja siempre; su imaginación le empuja á renovar
visiones y ambientes: su espíritu inquieto lo lanza a la aventura y su actividad
infatigable lo pone en marcha constante.[...] La autovida de Blasco Ibáñez sería su mejor novela; pocas
historias tan variadas de matices, tan fecundas en accidentes, tan nobles en
empeños, tan amenas, interesantes y provechosas, pueden ofrecer los españoles
ilustres de nuestra época.
Medio siglo de vida cumplirá pronto Blasco Ibáñez, y ya
algunas de sus aventuras parecen pertenecer a la leyenda.[...] Ahora Blasco Ibáñez no escribirá
libros en mucho tiempo, pero hará arte y novelas. Prepara una revolución...
literatura cinematográfica. [...]
Dos horas después despedí á Blasco Ibáñez para Madrid y todavía en la estación me expuso planes de grandezas cinematográficas, proyectos de teatros y talleres en Barcelona, que aspira á convertir en mercado mundial de la industria á que ha consagrado por ahora sus grandes talentos, iniciativas y actividades19.
En las horas de la noche del aquel 28 de julio, en el expreso ha salido Blasco Ibáñez para
Madrid, Granada y Sevilla, haciendo el viaje con el exclusivo objeto de hacer
una película cinematográfica con su novela «Sangre y arena».Dos horas después despedí á Blasco Ibáñez para Madrid y todavía en la estación me expuso planes de grandezas cinematográficas, proyectos de teatros y talleres en Barcelona, que aspira á convertir en mercado mundial de la industria á que ha consagrado por ahora sus grandes talentos, iniciativas y actividades19.
Acompañan al gran escritor numerosos operadores y artistas21.
Así, hace un siglo, el incansable argonauta valenciano, en su permanente lucha por conquistar nuevos horizontes y guiado por la ilusión de llegar con la antorcha del arte y cultural hasta las altas metas del progreso, iniciaba su aventura de cinematografista
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