lunes, 24 de junio de 2019

«Entre naranjos» en imagenes



Es bien conocida la pasión de V. Blasco Ibáñez por la ilustración, por la imagen artística, en general.
Desde sus inicios como escritor, antes (y también luego) de fundar “La novela ilustrada” (Madrid, 1905) y mucho antes de estrenar su primera película (París, 1916), Blasco buscaba inspiración para el titulo de sus novelas en imagenes del mundo gráfico. Así, ilustraciones de la época, dibujos o pinturas clásicas dieron el nombre a varios de sus libros: «La araña negra», «Flor de mayo», «La maya desnuda», «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», etc.
Además, desde muy joven, el escritor valenciano consagró gran parte de su tiempo y su inagotable creatividad a la actividad editorial; siendo el director artístico, elegía a los colaboradores, opinaba, aconsejaba, sugería y finalmente, seleccionaba el diseño para la portada de los libros a publicar.
En los últimos años de vida, desde su residencia de Mentón (Francia), Blasco intentó llevar a cabo uno de sus proyectos, el de publicar en Prometeo - la editorial que había fundado en Valencia, en 1914 - una edición ilustrada de sus novelas; había elegido (como siempre) a artistas valencianos: José Benlliure para ilustrar La Barraca y el joven Josep Segrelles para Flor de mayo, La Catedral, El Intruso y Los muertes mandan

Valencia, 1921. V, Blasco Ibáñez visitanbo a José Benlliure 
para ver las ilustraciones que éste hizo de «La Barraca».
Pero, según él mismo comentaba en 1924, en una carta dirigida a Segrelles, la prioridad de las publicaciones en la editorial valenciana no dependía de su deseo ni de su voluntad:
... ocurre que lo de mis obras ilustradas no marcha, e ignoro porque. Yo soy el primero interesado en que aparezcan cuanto antes, escribo con frecuencia a Llorca y a mis hijos, y me dicen que va a ser enseguida; pero así vamos más de dos años. Crea usted que el asunto este me tiene fastidiado.
Con Pepe Benlliure, antiguo amigo mío, me encuentro en la misma situación. Innumerables veces me ha preguntado cuando sale “La Barraca” ilustrada por él y de “Prometeo” me contestan vaguedades o promesas que no se cumplen.

Barcelona, 1921. V. Blasco Ibáñez visitando la exposición de J. Segrelles.

Luego, pasaron varios años y finalmente, todo quedó en un simple proyecto, un sueño más que Blasco no pudo cumplir; el novelista murió en Francia, en 1928, sin lograr alcanzar aquella meta. Cabe suponer que, mediante el anhelado proyecto, el autor aspiraba a fusionar el arte gráfico valenciano con su obra literaria, sus destacadas novelas que habían alcanzado en los años veinte el éxito mundial.

La inmensa popularidad y el prestigio internacional del escritor se había iniciado en los Estados Unidos, en 1919 –  a partir del éxito literario de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, el primer best seller español – , y fue aumentando rápidamente. Sus novelas se traducían en todo el mundo, y varias de ellas, adaptadas con gran éxito para la cinematografía estadounidense, junto con algunos guiones suyos, llegaban a un inmenso publico; daban a conocer al autor, a su región natal y a su país.

Al mismo tiempo, la prensa literaria de Nueva York publicaba parte de sus novelas, ilustradas por los mejores artistas de la época. La versión inglesa de Entre naranjos, representada mediante la obra Dean Cornwell (1892-1960)  importante figuras de la ilustración estadounidense en la primera mitad del siglo –, apareció en 1921. Las imagenes correspondían a pinturas al oleo del artista que hoy, por su alta cotización en el mundo del arte, se conservan en colecciones privadas o participan en importantes subastas internacionales.

Dean Cornwell en su estudio. 
Pintura al óleo de Dean Cornwell ; ilustración para “The Torrent” (1921)
Pintura al óleo de Dean Cornwell; ilustración para “The Torrent” (1921)

Pintura al óleo de Dean Cornwell ; ilustración para “The Torrent” (1921)

Pintura al óleo de Dean Cornwell ; ilustración para  “The Torrent” (1921)

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 A continuación se reproducen las imagenes que acompañan el texto de la novela publicado en 1921, por Hearst´s International de Nueva York. 





















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De recordar que la ilustración de la sobrecubierta del libro The Torrent la primera versión inglesa de la novela  publicado en Nueva York por E.P. Dutton, en 1921, es obra del mismo artista.



viernes, 21 de junio de 2019

Hablando con Blasco, en 1904


Vicente Blasco Ibáñez en 1903, en su chalet de la Malvarrosa, Valencia
El siguiente artículo reproduce una de la primeras entrevista concedida por V. Blasco Ibáñez a la prensa madrileña; fue publicaba en “El Gráfico”, del 8 de julio de 1904. Blasco tenía la edad de 37 años.


VICENTE BLASCO IBÁÑEZ

¿Cuánto ha ganado usted con sus libros?


Yo empecé a escribir muy pronto, ¡demasiado pronto! De los dieciocho a los veinticuatro años gané mucho dinero escribiendo obras por entregas para los editores de Barcelona. 
Una Historia de la revolución española y varios novelones, entre ellos La araña negra que fue un gran éxito….editorial son los pecados de mi adolescencia literaria, cuyo recuerdo me avergüenza, a pesar de que no me valían 50 pesetas por pliego.

Cuando comencé a trabajar seriamente en la novela, mis libros no me produjeron ninguna ganancia.
Mis primeras novelas Arroz y tartana y Flor de Mayo, aparecieron en tristes ediciones de 1.000 ejemplares, que apenas si llegaron a venderse fuera de Valencia.
Flor de Mayo, que actualmente se publica, traducida, en París, y que, años después de su aparición, ha alcanzado muchas ediciones, no consiguió venta, ni un mal artículo en los periódicos cuando salió a luz. 
    

La venta y las ganancias editoriales llegaron con la publicación de La Barraca, el libro mío que más suena y, sin embargo, no es el que más dinero me ha dado en España. Se publicó con la misma suerte de sus hermanos mayores. ¡Una edición de 1.000 ejemplares! pero la prensa habló mucho de esta novela. "El Liberal" la publicó en su folletín y a la primea edición sucedieron otras, más numerosas. Hoy llevo vendidos de La Barraca unos 15.000 ejemplares. Este libro me dio más dinero en Francia a los dos meses de traducido, que en los ocho años de vida que lleva en España. 
     
El famoso traductor G. Hérelle no es sólo un gran escritor, sino un excelente amigo, que sabe administrar los intereses de los autores. Él hizo la reputación de Gabriel d´Annunzio en París. Al traducirme La Barraca, la publicó en "La Revue de Paris" consiguiendo que me la pagasen a 25 francos la página.
Después, al aparecen en volumen en la casa editorial de Calmann-Levy, estos editores me dieron medio franco por tomo , derechos de autor que no siempre consiguen en París los escritores extranjeros y que debo a la buena amistad de Hérelle, el cual traduce mis obras en las mismas condiciones económicas de la de d´Annunzio.

Total: hasta la fecha he percibido de La Barraca, en francés, unos 23.000 francos. Lo mismo espero que me producirá Flor de Mayo y las demás novelas que se irán publicando en París, pues tengo un contrato con Calmann Levy para que esta casa editorial traduzca mis libros, uno por año. 
Todas mis novelas, a partir de La Barraca, se han vendido bien, fluctuando su tiraje entre 8.000 ejemplares (Sónnica la cortesana) y 16.000, que ha alcanzado La Catedral.

¿Quieren ustedes saber lo que me producen actualmente las novelas que publico?... 
El precio en venta de cada volumen es de 3 pesetas. 
Una peseta se la queda el librero que lo vende; otra es para el gasto material del libro (papel, impresión, encuadernación, correo, administración, etc.), y la tercera peseta es para el autor que aun da gracias a su buena suerte porque le permite disfrutar una tercera parte de lo que el público da por su obra.
La cuenta no puede ser más sencilla. Tantos miles de ejemplares, tantos miles de pesetas. Viendo en los escaparates de las librerías el último millar de una novela mía, puede saberse las pesetas que la obra me lleva dadas.
No me quejo de mi situación; el público me atiende más de lo que merezco; pero ¡ay! ¡El dinero de la literatura!...

Cuando recibí los primeros cheques de París, embriagado por el éxito material, quise hacerme una casa a punta de pluma, levantar mi retiro para el estudio y el trabajo, y construí esta casa de la Malvarrosa, donde vivo.
Es un capuchón pretencioso y pobre, sin otras hermosuras que las del mar, que bate su frente y las de los campos que le rodean, en los que se cultivan plantas para la extracción de perfumes. 
Mis enemigos políticos han agrandado este edificio, dándole dimensiones y bellezas tan fantásticas que, a su lado, el Partenón y la Alhambra son míseras barracas. 
“¿oh, el palacio de la Malvarrosa con sus salones mágicos…!”, 
“¡Ah, el Sultan de la Malvarrosa en su terraza pompeyana…!

Y a estas horas, una tercera parte de la casa de las ilusiones, levantada sin otra herramienta que la pluma, aun está por pagar, y el pobre novelista produce volumen sobre volumen, reuniendo en magna asamblea, cuando escribe Fin en la última cuartilla de una obra, al carpintero, al tallista, al marmolista, al pintor, para entregarles las pesetas que le regala el público a cambio de unas cuantas horas de emoción.
      ¡Oh, prosa de la vida!